martes, 13 de mayo de 2014

Lo que esperamos - Oliverio Girondo

Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros
y no bajo la tierra.

Y entonces...¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.

martes, 11 de febrero de 2014

El blues de la bandera muerta - GY!BE

El auto está en llamas, y no hay un conductor al volante
Y las alcantarillas están todas atascadas con mil solitarios suicidios
Y un viento oscuro sopla...

El gobierno está corrompido
Y nosotros tenemos tantas drogas
Con la radio encendida y las cortinas abajo.

Estamos atrapados en la barriga de esta horrible maquina
Y la maquina se está desangrando hasta morir.

El sol ha caído.
Y los espectaculares nos miran perversos
Y las banderas están todas muertas en lo alto de sus astas.

Sucedió así:

Los edificios se derrumbaron en sí mismos

Madres se aferraban a bebés
Recogidos entre los escombros
Y se tiraban el cabello.

El horizonte era hermoso en llamas.
Todo metal retorcido se elevaba
Y todo estaba bañado de un ligero matiz naranja.

Yo dije, "Bésame, eres hermosa-
Estos son los verdaderos últimos días".

Tomaste mi mano
Y caímos en ello
Como un delirio
O una fiebre

Nos despertamos una mañana y caímos un poco más bajo
Seguro que esto es el valle de la muerte.

Abro mi billetera.
Y está llena de sangre.

martes, 21 de enero de 2014

Te escribo; y a veces no sé por qué te escribo.

     Leo mucho, más poesía ahora que otras cosas. Y escribo menos, pero creo que es todo más sustancioso, con más golpes de aquellos que las personas no se guardan cual reflejo de intenciones honestas. Te escribo; y a veces no sé por qué te escribo. Pero los estribos se acomodan y en sus fibras más hondas, coronarias, se apilan respiros de tranquilidad. 

        A veces creo que hay sentidos extras involucrados en los lapsos en los que estamos y no estamos, pero el escepticismo que caracteriza obliga a buscar una explicación para uno mismo sin éxito. 

          Te pienso contenta, como si deambularas ya en algún rincón cosmopolita del mundo, riendo al sol con personas bellas -esas risas que alzan la cabeza y persisten en sonrisas posteriores-. Te pienso caminando de prisa por corredores que se respiran jóvenes e incautos. 

          A veces llegan personas interesantes a ésta ciudad, sí, todavía. Identifico las platicas de voces que se hacen saber claras pero personales y las amistades que parecieran haber estado perdidas en otros planetas y que regresan solo para estudiarnos; ver si hemos evolucionado en algo parecido a ellos. Y es aquello diferente que encontramos guiados por lo que ya hemos conocido lo que maravilla.

        Yo que sé, si te hablo cursilerías o estas bitácoras son pilones de cosas más grandes. Si detrás del existencialismo y la soñaduría se ve algo más que la carne latente y en espera... Mientras tanto leo.

A.M.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Las mañanas transcurren claras/Pasaré por Piazza Di Spagnia ~ Cesare Pavese

Las mañanas transcurren claras

Las mañanas transcurren claras
y vacías. Así tus ojos
se abrían a otro tiempo. La mañana
pasaba lenta, era un remanso
de luz inmóvil. Callaba.
Tú, viva, callabas; las cosas
vivían en tus ojos
(sin pena, sin fiebre, sin sombra)
como en un mar de claridad temprana.

Luz, donde tú estás, allí está el día.
Tú eres la vida y las cosas.
En ti despiertos respirábamos
bajo el cielo que aun se mantiene en nosotros.
Sin pena, sin fiebre, entonces,
ni esta sombra pesada del día
poblado y distinto. Oh, luz,
lejana claridad, respiro
afanoso, vuelve los ojos
inmóviles y claros, hacia quien te llama.
Es oscura la mañana que pasa
sin la luz de tus ojos.

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Pasaré por Piazza Di Spagnia

Será un cielo claro.

Se abrirán las calles
sobre la colina de pinos y piedra.
El tumulto de las calles
no cambiará aquel aire quieto.

Las flores rociadas
de colores, en las fuentes,
harán guiños como mujeres
divertidas. Las escaleras
las terrazas las golondrinas
cantarán al sol.

Se abrirá aquella calle,
las piedras cantarán,
batirá el corazón con sobresalto
como el agua en las fuentes —
será ésta la voz
que subirá tus escaleras.

Las ventanas sabrán
el olor de la piedra y del aire
matutino. Se abrirá una puerta.

El tumulto de las calles,
será el tumulto del corazón
en la luz perdida.

Serás tú – firme y clara.

jueves, 20 de junio de 2013

Jaina In Nomen

     Me han dicho que a toda mujer se le puede decir María, que no es difícil de encontrar, que está en  mil doscientas canciones, en galletas, en nombres de actrices (a)doradas, en el altar del fondo -llena de gracia-y en el humo de un concierto de reggae. Que es la palabra hebrea para dirigirse a la mujer amada. Pero nunca ninguna mujer se presentó a si  misma -conmigo- como María. Siempre era María-Algo, prefiriendo otro nominativo. Y como era de esperarse, a ninguna la amé. Siempre hubo otra manera, siempre me olvidé. A diferencia, creí tan estúpido llamarle así a toda mujer... Creí que debía ser inolvidable, que debía permear en mí la absoluta seguridad de conciliar dentro de un solo cuerpo a 'toda mujer'siendo a la vez como ninguna, para ll-amar-la . ¿Por qué? Porque uno es así de ambicioso, aspirando de la duda solo la certeza de que en ella, lo primordial sería la sorpresa. Y así en un mundo preapocalíptico que me gritaba de ella y me ponía en miopes ojos su nombre; el encuentro.

     Me llaMARÍAn mil voces, rastros de carne calle abajo, inclusive la tuya advirtiendo la imposible vuelta atrás. Me toMARÍA un primero de junio, con meses entrechocados de paraderos y coincidencias desconocidas. Me calMARÍA luego en septiembre y octubre, al develarse en tumultos y puntos de comunión. Me aMARÍA desde el invierno, siendo tía en el vecindario de mis primeros pasos, hasta latitudes que no he todavía de conocer. Me has visto equivocado, porque siempre has estado en más de lo que tu nombre dice. Sobrepasándolo todo, sin dejarme a mí. 

-Adrián Martínez 4 M.A.

miércoles, 27 de marzo de 2013

The dreamer dialogue.

"... Todo en lo que podía pensar era en esta noción propia de uno, de lo que somos, en ésta estructura lógica, un lugar donde momentáneamente darle hogar a todas las abstracciones. Era tiempo de volverse consciente, de darle forma y coherencia al misterio, y yo había sido parte de ello. Era un regalo. La vida rugía con furia a mi alrededor y cada segundo era mágico. Amaba a toda la gente -lidiar con todos los impulsos contradictorios- eso es lo que amaba más, conectar con la gente. Viendo atrás, eso era lo que realmente importaba.

Siento como si mi transporte debiera ser una extensión de mi personalidad. Y esto es como mi pequeña ventana al mundo... y cada minuto es un show diferente, Tal vez no lo entienda, tal vez ni siquiera esté de acuerdo con ello. Pero te diré lo que he aceptado: sólo déjate llevar. Quieres tener las cosas en un mismo plano, entonces querrás ir con la corriente, dejarte fluir de ti mismo. El mar no se niega a ningún río. La idea es mantenerse en un constante estado de partida y llegada. Te salva de introducciones y de despedidas. El viaje no necesita una explicación, sólo viajeros."

-Waking Life (Richard Linklater, 2001)

lunes, 11 de febrero de 2013

/Do/

Put your face in the pavement,
scratch the walls 
until the colours get sticked 
in your skin
like little blurry notes. 
Do a barrel roll. 
Jump the shark to me. 
Cut my neck open, 
knit it when it reaches
a regular length.

Step up to play the coda, 
so I pretend I can whistle loud, 
loud, 
loud into your ear track. 
Do a mess of me, 
make a pudin 
with my thought process 
at 4 am.

Engage and tackle 
my points of confidence 
with your freaky gigantic head. 
Resume a novel 
with short sentences
about the cryptic relationships 
you maintain 
with the people you see 
every week. 

Play procrastination
on all the things you want to do 
with your youth. 
Play the songs of your youth
to the one you love, 
in a dorky foolish way. 
Create theories 
over carefully analized details
of simple things. 

Get crushed 
in a wall of sound. 
Get wasted 
to the taste of steel
from a post 
on a rainy-messy street. 
Pour yourself into the ones 
who see it all. 
Infect them. 
Corrupt them.

~Adrián Martínez, 2013.

domingo, 20 de enero de 2013

Pág. Cincuenta y siete.

Me acompaño de tu trío de libros. Me dan escaparate para cuando vuelva a la congeladora, a quién me madruga. Me hacen el trayecto más corto; placentero. Me espabilan la fatiga al decirle al encargado del transporte "Buenos días, trece por favor" mientras ve mis ojos a través de los lentes de sol -de ojeras anfibias-. Al atravesar el pasto mientras los guardias lo recelan como si fuera lo único que pudieran proteger realmente. Al correr escaleras arriba, porque siempre se está medio minuto más tarde de lo pensado y al encontrarme cabeceando y pidiendo las notas que no alcanzo a ver en el afán de desparramarme en la última fila. Me traen de vuelta y me abren el apetito, me ponen a garabatearte en borradores de mis homenajes a ti. 

Hay tanto de ti incluso en estos lugares. Hasta en mi instancia oficial. Aquí te leo, repaso y rememoro los quietos instantes que vivimos casi clandestinamente a la mirada olvidada de ellos. Palabras que nos encienden fuera de todo diario aparecer, dictadas bajo nuestros significados indómitos. Digo buscar un pretexto para enviarme contigo a sabiendas de que nunca ha sido necesario. Me acompaño de ti en cada viaje y me impulsas un paso y otro, y seguro tú también ves tus pasos yendo a la cocina o tu pierna inquieta bajo el escritorio. 

Allá me acompaño de ti porque mientras allá me ponen a prueba, convierten en número, en abeja y luego en un papel; aquí -contigo- no hay trámite, no hay fecha límite ni obligación virtual. Aquí la más osada muestra de sinceridad es ofrecerte mi trabajo, mi quehacer, mi marcada tipografía de pulgares al revés. Tómalo todo, si necesitas acompañarte de mí. 

Esta dicha me concedes en la página cincuenta y siete.

-Adrián Martínez


lunes, 7 de enero de 2013

Hambror


Escribirte como quiero es lo mismo que aprender a cocinar. La misma operación, buscando los ingredientes que me has traído selectos del mercado de tu vida. Un mercado colorido, de frutos con consistencia apenas madura. Tienes personas que gritan avivadas a metros del teatro, parejas histéricas un fin de año. Tienes abejas bailando entre olores marchitos de una jornada de trabajo, cabellos enmarañados de una noche entre tres cobijas y una losa.


Ir al mercado es una necesidad ahora, pasearme por los corredores y no dejar nada fuera de la vista miope. Tocar todo lo que pueda comerme, o simplemente tocar todo lo que tenga textura alguna. A veces no es necesario comprar nada, o decidir donde comer, basta con el recorrido, con la vista y la multitud que no se da cuenta de nuestro encuentro. No es necesaria la compra, porque al salir de ti me traigo la mano a los bigotes maníacamente y tendré tus aromas matutinos vespertinos y con suerte nocturnos. El aceite que se forma en las pendientes que te dan cara cuando me rozan tus porosidades. Las excentricidades y los chistes de los puestos que me ponen en escena para aprender a mezclarte en pequeñas notas mentales, en toda extensión. Para prepararte, una danza. Tú una encantadora de alimañas, y yo una serpiente que no sabe si meterse en ti, enrollarte con mi langido cuerpo, morderte o matarte de una sola vez.


Para comerte, sólo se necesita hambre. Yo soy un pozo sin fondo y tú eres un mercado. Así que dime, ¿cuándo me faltará el hambre y cuándo me faltará quién la sacie como tú? Si mi visita nunca es obligada, sino necesaria.

A.M. 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Donde hay una iglesia hay un balón

Los caminos de ésta ciudad están pavimentados de glorias pasadas, de castigos y segregaciones, de un estereotipo que nos han cargado desde a guerra cristera. Y por un buen tiempo, al menos nuestros cuereros tenían la dicha de regodearse en su gran equipo, ganón, luchón, con figuras casi míticas. Casi al mismo tiempo en el que todos dejaron de voltear a la capital del calzado, como la cuarta grande de México; el equipo esmeralda dejó el circuito cuasi-legendario del corrupto fútbol mexicano.

Similar al mito del éxodo judío, León siguió lo que parecía ser una profecía. Diez años, en cualquier conversación dominguera se mencionaba el regreso a la liga prometida ¿No era risible el pensar que esa imagen de Benedicto XVI lanzando su bendición al Nou Camp, acabaría con la maldición?

Bueno, pasó. Y desde aquel milagro institucional del ascenso hay que resguardarse. Ya saben, meterse al búnker que uno no tiene y esperar a que pase la tormenta cuando esos colores verdes van gritando por la avenida principal. Vitorean y se pitorrean en su victoria, y hacen lo mismo en la derrota, pero añaden a la receta una forma de hooliganismo barato que fastidia más de lo que destruye en la catarsis de sus frustraciones. Y no es que no pueda entender las pasiones que mueven a las hordas, pero es que yo nunca podré sentirme parte de una cruzada como ésta.

Y claro, lo admito ¿A quién no le interesa de tanto en tanto jugar y cocerse al sol del domingo? O ¿Quién se negaría ante la excusa perfecta que proporciona un juego para emborracharse? Pero entregarse religiosamente a la defensa de un color y una institución viciada, es repito, un acto digno de caballeros templarios durante las cruzadas.

Y ya quiero ver a Matosas crucificado, muriendo también por sus adeptos, para salvarnos a todos del mal fútbol y llevarnos entre trompetas y colgados de redes de portería, hasta lo más alto del balompíe mundial. Ya quiero ver, porque desde aquel día pareciera que todos estamos cegados ante el espejismo del juego. mientras los semidioses que traemos de Colombia se consiguen damas de compañía y se emborrachan en fiestas un día antes de los partidos importantes. Eso lo vi. 

Y es entonces que ya no sé si quiero ver fútbol, o si no lo veo por las mismas razones por las que no entro a una iglesia desde hace años.


Por: Martínez, Adrián (2012). Publicado originalmente en El Fanzine del Cerdo Violeta No. 3. Octubre 2012. Santa Maradona ruega por nosotros. León, México, pp. 13.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La poesía inicial - Salvador Elizondo.

La poesía inicial (fragmento de una entrevista a Salvador Elizondo para el INBA)

― Como escritor, se inició en la poesía, publicó poco (Poemas, edición privada, 19 60), casi nada, pero en una entrevista que le hizo Marco Antonio Campos le respondió al respecto que le interesaba más la poesía que estaba por hacer, la que preparaba, que la realizada en el pasado. ¿Qué ha pasado con eso?
―Nada. Se va juntando. La tengo en el cuaderno. Creo que uno de los peores males que puede haber es la difusión de la poesía. Convertir a la poesía en una cosa de consumo necesario para la gente. La poesía no se puede hacer para publicarse. Escribir la poesía que el público quiere no funciona. El poeta tiene que retirarse completamente. Hay un público de poesía, pero ¡no debe haberlo! Debe haber pequeñas camarillas de gustadores de poesía. Que cada quien escriba como se le da su gana. No hay conciencia de la condición de poeta, se conocen más que por lo que publican que por lo que hacen. Y todo lo que hacen no está a la altura de ser publicado tan efusivamente. Cuántos libros de poesía salen a la semana en México. No sé, fácilmente diez. De esos chiquitos de la UAM y la UNAM.

― Se publica para comunicar, como testimonio de la constancia y también porque se aspira a vivir de la literatura algún día... ¿esa aspiración es inútil?
―Nadie lo ha conseguido jamás. Ahora leo los ensayos de Valery sobre Mallarmé, y ahí lo dice. Hay un ensayo sobre el simbolismo: "¿Qué es el simbolismo?, se pregunta. Nada, se responde, es una denominación puesta a posteriori para todos los poetas de una época, que no tienen identidad alguna entre ellos, cada quien escribe como quiere. Lo único común entre ellos es que dijeron: no nos interesa escribir para el público. Todos los poetas de Francia, desde Baudelaire hasta Valery, se desinteresaron por el público. Y aquí, hoy, lo único que les interesa es el público. No hay un sólo caso, en la historia del universo, de un poeta que haya podido vivir de la poesía. Cite un caso...¡vivir...! los ha habido muy ricos...

― Neruda...
― ¡Nooo!, Neruda era un empleado diplomático, que tenía organizaciones detrás de él, el partido comunista. Los poemas que escribe Neruda para el público, como es el Canto general ya a nadie le interesan, no tienen siquiera el asomo de la verdadera poesía. Pero eso también lo dice Valery a propósito de Mallarmé. En su tiempo nadie conocía, nadie le hacía caso a Mallarmé, porque Mallarmé tampoco quería que le hicieran caso, lo que deseaba era estar en su casa, solo, escribiendo sus poemas. Treinta años después de su muerte fue el que más libros vendió, pero él vivió dando clases de inglés toda su vida.

― ¿A qué atribuye que haya un público para la poesía?
―A un snobismo... ¡no puede haber tanto público para la poesía!, a no ser que sean poemas populares realmente, pero pues eso no es poesía ¿no?

― Pero hay un público fascinado...
― Pero es una fascinación inducida por snobismo... por snobismo...

― Abundan los declamadores en las fiestas...
― Antes era una profesión rara: y qué declaman, si los poemas ahora ya no son para declamarse. Quién escribe poemas para que se declamen. Quién puede declamar Muerte sin fin. Compare la propia lectura que hace Gorostiza de su poema con la que hacen los actores en televisión o donde sea... cuando la lee Gorostiza se entiende perfectamente, cuando la lee otro es cuando uno empieza a no entender nada.

― Ha habido muchos intentos de llevar la poesía al teatro...
― No, la poesía no se puede llevar a ninguna parte. (Risas). Lo que pasa es que en México la cultura misma se ha vuelto un bien de consumo. Está en los supermercados, es ahí donde venden los libros que contienen las obras de Da Vinci, no sé... te venden todo en el super mercado. Ahí compra uno los tratados de filosofía. A Aristóteles lo venden en el mercado, así, chiquito, una selección. ¿Quien compra Aristóteles en el supermercado?: una gente que está mal informada de la cultura en general o que no sepa quien es Aristóteles. Se ha hecho mucho hincapié en la difusión de la cultura. La cultura se difunde sola. Por eso se dice cultura teotihuacana, cultura mexica. Los teotihuacanos ahístán, lo que quedó: las pirámides. Los del renacimiento no decían: nosotros somos los hombres del Renacimiento (Risas). ¿No?. Ahístá. Hoy quieren a fuerza ser hombres del renacimiento, pero conscientes y entonces pasa como con los gases, exactamente la ley de Boyle: "a mayor difusión menor densidad". Llegan muchos libros de poesía hasta la frontera del norte. Los mismos que a mí me llegan semanalmente, muuuchos... claro, en tirajes escasos, son libros delgaditos, no salen libros como Las flores del mal, de ciento cincuenta poemas, geniales todos, ese caso no se da nunca. La poesía es lo más alto que hay, la cúspide del espíritu. Es muy difícil hacerla. Parece fácil.

― ¿No es paradójico, al difusor de la cultura se le considera un profesional?
― Sí (Risas), es el que le quita densidad a la cultura. Es el profesional en hacer volátil la cultura. La difunde (risas)...lo más que puede (risas).


Completo aquí: http://www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php/recursos/articulos/entrevistas/1688-elizondo-salvador-entrevista?start=6

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Warnke VS Urquico (Knockout técnico)

Por: Adrián Martínez. 
Publicado originalmente en el blog El Parergón: Crítica y réplica del arte, 3 de nov. del 2012.

Llega un momento en la vida de un chico de 21 años en el que se debe decidir entre una chica que lee, y una que no lee. Entre encontrarla en los vapores alcohólicos de una discoteca o en el moho pulverizado de una edición sesentona de Rayuela. Entre una chica que te dará seguridad y placeres sedentarios o una que te dará emociones circunstanciales y aleatorias.

Un poco menos comunes son los momentos en los que eres un estudiante de periodismo, que se dedica a publicar artículos de reflexión personal en conocidas páginas de opinión estadounidenses que se ven convertidos en sensaciones virales. Y menos aún cuando para tu propia sorpresa, en el hemisferio contrario del planeta una chica hace una réplica silenciosa a tu artículo que se vuelve indispensable en la lectura del tuyo y viceversa.

En el mundo tan personal de los artículos, cualquier réplica, directa o indirecta que llegue a estas instancias mediáticas (aunque el medio se limite a algunos cuántos lectores de blogs) es convertida eventualmente en un duelo de posturas, de golpes certeros y desatinos ridículos. En este sentido, se puede actuar y maniobrar críticamente sobre este tipo de encuentros literarios de la misma forma que se puede actuar como juez en una pelea de box. Juzgando la técnica y el estilo galante o salvaje de los golpes asestados -en este caso argumentos, frases, líneas, etc.- que separan a dos personalidades que se desenvuelven en una misma disciplina y tema, para así saber quién rompe las líneas más delgadas del ejercicio crítico-pugilístico de las letras.

En la esquina azul, periodista, ensayista y poeta con sesenta y nueve kilogramos de peso y veintidós años; directamente desde el área de la bahía de San Francisco, California: ¡Charles Warnke!

En la esquina roja, comunicadora social de cincuenta y ocho kilogramos de peso y veintitrés años; de sangre peruana y desde la lejana tierra de las Filipinas: ¡Rosemarie Urquico!

Antes de la confrontación, sería buena una retrospectiva de este encontronazo literario. El 19 de enero del 2011, Charles publica el artículo llamado “You Should Date An Illiterate Girl” en el portal Thought Catalog. El mismo rápidamente se expande en forma de viñetas en Tumblr y demás blogs. Para mayo del mismo año, llega a ojos de una estudiante de comunicación social de Filipinas, quién en su propio perfil de facebook hace una traducción de éste al español, y publica una versión propia titulada: “Sal con una chica que lee”. Es compartido decenas de veces, hasta ser publicado junto al original –traducido-, el 24 de mayo en el sitio web El Mal Pensante.

A través de los rounds, podemos notar el estilo de cada escritor para defender su resolución a la problemática de las chicas que leen. Urquico se mueve rápidamente, con catorce párrafos breves, inclusive con un par de líneas solitarias que vienen bien y directas, pero quizás demasiado benevolentes. Trata de reivindicar, con cada desliz de su mano, la posición claramente propia de una chica que lee. Nos regala el movimiento de una chica snob, que se enfrasca en el cliché del café de librería, que dice entender a Joyce a la primera leída y que espera ansiosamente una nueva entrega de Murakami; una más de las legiones de modernas de pueblo desesperadas por ser Amelie. Su gran acierto, su gran contraataque es la descripción del chico que busca a una lectora. Alguien que sabe perfectamente como mentir y como usar los diálogos a favor de sus fracasos y desavenencias románticas.

Warnke, se defiende (el ataque es la mejor defensa) en una forma mucho más pesada. Se acoraza de un ritmo constante de oraciones cortas plagadas de referencias exactas del estilo – y ciclo- de vida de un norteamericano común del viejo oeste moderno. Una voraz representación de la placentera pero aburrida vida del sueño americano. Retorciendo términos en sus puños con un humor que pareciera sacado de una buena comedia de situación. Se desplaza de la sugerencia de una vida, a la justificación de porque una lectora solo podría destruir a alguien como él. Deja las oraciones simples para elaborar en el por qué una vida en el purgatorio es mejor que la vida en el infierno que nos daría esa otra mujer. Los golpes más duros al contrincante están dirigidas a lo mismo, la descripción de la persona. Ella, su vocabulario que atrapa, engulle y escupe cualquier diálogo barato; el conocimiento de la sintaxis que le permite predecir el desenvolvimiento de la trama que escriben juntos. En los dos embates finales, revela en la defensa del contrincante dos argumentos decisivos: la chica que ha leído, leído de verdad, con verdadera pasión y dedicación; ha pasado por tantos héroes, tragedias y muertes que poco le importara tu propia partida. Ella es en realidad quién cuenta la historia, y no permitirá que sea de otra manera. Lo hace ella y su Joyce, y su Nabokov, su Wolf, su Plath, su Cortázar y su Aster. Ella te hará ser todo lo que no eres, te narrará de la manera en que le des significado a su nuevo libro. El golpe final es una despedida, no un knockout. El último round se cierra mandando a Urquico a su esquina de vuelta con su entrenador, Hemingway.

Ante el ojo del espectador, ha sido una pelea cerrada, nadie ha caído, se han mantenido en el ring de dos pies, tambaleantes y jadeantes con cada palabra. Pero el jurado tiene que nombrar a un ganador, y en esta pelea es Warnke. Alzamos su mano en línea con la traducción y trabajo de Urquico porque a pesar de que ella ha llegado al encuentro fresca y con carácter de novedad literaria –aún cuando ambos sean novísimos-, es su actitud casual e inacabada la que no le permite ponerse adelante. Su prosa es una caricia que intenta sobornar al contrincante, mientras que la del californiano va a la mandíbula. Va un paso adelante, resuelve y da dos panoramas completos. La filipina resulta en pasajes cursis de una vida ejemplar que no existe, a la que se podría aspirar, curiosamente parecida a la de la vida de sueño americano que describe el periodista.

Más curioso es que al día de hoy, Urquico se ha ‘escondido’, no ha publicado nada más y no hay rastro alguno de ella más que algunos mails publicados en tumblr. Warnke sigue publicando en su propio blog “Punctuate This!”, en Thought Catalog y ha ganado ya el premio de la ciudad para nueva novela, aún sin haberla publicado (en septiembre de 2012). Participa también en las ediciones de Literary Death Match, lecturas en voz alta calificadas por audiencias en San Francisco, donde también ha resultado victorioso.

Habrá que estar atentos, quizás los héroes literarios no vayan en decadencia y veamos algún novato quitarle el cinturón a alguno de los mencionados arriba, por más improbable que parezca.


Pueden leer ambos artículos aquí:
http://elmalpensante.com/print_contenido.php?id=1904

O leer “You Should Date An Illiterate Girl” aquí:
http://thoughtcatalog.com/2011/dont-date-a-girl-who-reads/

Lee también las demás críticas de El Parergón: Crítica y réplica del arte aquí:
http://elparergon.blogspot.mx/

domingo, 21 de octubre de 2012

Los años (Cesare Pavese)



"De lo que era yo entonces no queda nada: apenas hombre, era aún un crío. Lo sabía hacía tiempo, pero todo ocurrió a finales del invierno, una tarde y una mañana. Vivíamos juntos, casi escondidos, en una habitación que daba a una avenida. Silvia me dijo esa noche que tenía que irme, o irse ella: ya no teníamos nada que hacer juntos. Le supliqué que dejara que probásemos de nuevo; estaba acostado a su lado y la abrazaba. Ella me dijo:

-¿Con qué finalidad? -Hablábamos en voz baja, a oscuras.

Luego Silvia se durmió y yo tuve hasta la mañana una rodilla pegada a la suya. Apareció la mañana como había aparecido siempre, y hacía mucho frío; Silvia tenía el pelo sobre los ojos y no se movía. En la penumbra yo miraba pasar el tiempo, sabía que pasaba y corría, y que afuera había niebla. Todo el tiempo que había vivido con Silvia en aquella habitación era como un solo día y una noche, que ahora terminaba por la mañana. Entonces comprendí que nunca volvería a salir conmigo entre la niebla fresca.

Era mejor que me vistiera y me marchase sin despertarla. Pero ahora tenía en la cabeza una cosa que preguntarle. Esperé, intentando adormilarme.

Cuando estuvo despierta, Silvia me sonrió. Seguimos hablando. Ella dijo:

-Es bonito ser sinceros, como nosotros.

-¡Oh, Silvia! -susurré-, ¿qué haré al salir de aquí? ¿Adónde iré?

Era eso lo que tenía que preguntarle. Sin apartar la nuca del almohadón, ella sonrió de nuevo, beatífica.

-Bobo -dijo-, irás a donde quieras. ¿No es hermoso ser libre? Conocerás a muchas chicas, harás todas las cosas que quieras. Te envidio, palabra.

Ahora la mañana llenaba el cuarto y sólo había un poco de calor en la cama. Silvia esperaba paciente.

-Tú eres como una prostituta -le dije- y siempre lo has sido.

Silvia no abrió los ojos.

-¿Estás mejor ahora que lo has dicho? -me dijo.

Entonces me quedé como si ella no estuviera, y miraba al techo y lloraba sin ruido. Las lágrimas me llenaban los ojos y corrían sobre la almohada. No valía la pena que se diera cuenta. Mucho tiempo ha pasado, y ahora sé que aquellas lágrimas mudas fueron la única cosa de hombre que hice con Silvia; sé que lloraba no por ella sino porque había entrevisto mi destino. De lo que era yo entonces no queda nada. Queda sólo que había comprendido quién sería en el futuro.

Luego Silvia me dijo:

-Ya basta. Tengo que levantarme.

Nos levantamos juntos, los dos. No la vi vestirse. Estuve pronto en pie, a la ventana; y miraba vislumbrarse las plantas. Detrás de la niebla estaba el sol, el sol que tantas veces había entibiado el cuarto. También Silvia se vistió pronto, y me preguntó si no me llevaba mis cosas. Le dije que primero quería calentar el café, y encendí el hornillo.

Silvia, sentada al borde de la cama, se puso a arreglarse las uñas. En el pasado se las había arreglado siempre en la mesa. Parecía abstraída y el pelo le caía continuamente sobre los ojos. Entonces daba sacudidas con la cabeza y se liberaba. Yo deambulé por el cuarto y recogí mis cosas. Hice un montón sobre una silla y de repente Silvia saltó en pie y corrió a apagar el café que se derramaba.

Luego saqué la maleta y metí las cosas. Mientras tanto, por dentro me esforzaba por recoger todos los recuerdos desagradables que tenía de Silvia: sus futilidades, sus malos humores, sus frases irritantes, sus arrugas. Eso me llevaba de su cuarto. Lo que dejaba era una niebla.

Cuando hube acabado, el café estaba listo. Lo tomamos de pie, junto al hornillo. Silvia dijo algo, que ese día iría a ver a un tipo, a hablar de un asunto. Poco después dejé la taza y me marché con la maleta. Afuera la niebla y el sol cegaban."

lunes, 15 de octubre de 2012

XVI "Escribir me salvó de todo" - Susana Iglesias

Fue una noche
simplemente me cansé
de todo y todos y todas
hasta de mí.
Mandé todo a la chingada
que es un sitio al que todos vamos algunas veces
feos o guapos
felices o infelices
tontos o listos
me encontré con la nada (maldito Sartré, me engañó, el muy cretino)
sueños rotos
hambre
soledad
escribir me salvó de todo.
Y sabía que no debía intentarlo sin vivir.
Quise pizcar zarzamoras, uvas, tomates, cerezas o fresas
que era lo mejor pagado
pero me tocaron manzanas (odio las manzanas, a la fecha no las como)
todo en las alturas
desde entonces me acompaña el vértigo.

Insolados
rumores de muertos
malas condiciones
¿sabes? escribir me salvó de todo aquello.
Sabía que si no salía del corazón no debía intentarlo siquiera.
Cansados
desgastados
 hombres y mujeres en ruinas
que no debía hacerlo por dinero, ni por reconocimiento, ni perder el tiempo en imitar a los otros, hombres y mujeres de puños grandiosos, de letras impecables, muertos por lo general
sed
dolor muscular
cabeza que estalla
Lloré y reí tanto
en el frío de las calles,
en las estaciones de autobús junto a viejas máquinas de café que
me miraban mudas
en hoteles pulgosos, de sábanas que raspaban mi alma
en las bancas de parque
bajo los puentes
dentro de la interminable noche
soñaba
nunca dejé de soñar
en el tiempo de la aborrecible realidad
me disculpé con la vida
le di la espalda
me compré una pistola.
Te conté tantas veces que ese día empezaron mis días de miseria,
pero te lo contaré una vez más:
El día que tuve una pistola entre mis manos empezaron
mis problemas.
Después de aquella noche odiosa
únicamente salí para comprar vodka barato, hielo, agua quina
comí deperdicios, papas crudas, galletas saladas,
viví noches diferentes a aquellas dónde papá y mamá me dejaban
dormida y me tapaban con aquella frazada que cosió mi abuela
antes de morir.
Enloquecí
maldije
escupí
esperando siempe el final
pero nunca llegó.
En el tiempo de esa realidad que me apuñaló hasta casi
descuartizarme
me disculpé conmigo, arrojé mi pistola al mar
y un hombre me regaló otra de cumpleaños para seguir luchando
contra lo más retorcido que me habita
en este tiempo de tranquilidad aparente
en este tiempo de lagos, vodka helado
en este tiempo de picnics en domingo
y parrandas en lunes[...]


jueves, 11 de octubre de 2012

¿Cómo aprendió a leer Adrián Martínez?


"Mientras en la educación preescolar Adrián pataleaba contra una maestra senil y delusoria, porque ésta no le daba la nota aprobatoria para comprobar oficialmente que ya sabía leer; en su hogar el pequeño Adrián de seis años tomaba sus dos primeros libros: Una enciclopedia de tiburones y otra de ballenas que le habían regalado sus padres dos años atrás.  El padre de Adrián comenzó a mostrarle documentales acerca de la vida animal desde que este comenzó a hablar, por lo que era solo lógico que sus primeros libros siguieran la misma temática.

Posteriormente Adrián siguió leyendo libros y revistas de divulgación científica, pensando en convertirse algún día en paleontólogo o quizás biólogo marino. Alrededor de los ocho años comenzó a leer también revistas de crítica política tales como El chamuco. Aunque quizá este tipo de lecturas no eran apropiadas para el pequeño Adrián, definitivamente le dieron un amplio empujoncito a su aprendizaje. Las lecturas ‘infantiles’ le parecían aburridas -ahora ya no- y después de los diez años y movido por sus relaciones personales tempranas y una fascinación por las dinámicas humanas, comenzó también a escribir. Es aquí donde se hace necesario aprender a leer novela, cuentos, etc. Haciéndose estos finalmente del agrado de Adrián.  Hasta la fecha a sus veintiún años, Adrián sigue aprendiendo a leer con cada nuevo libro que abre, al mismo tiempo que aprende escribir con cada texto que produce."